lunes, 2 de julio de 2012

CONNIE









Mi niña hermosa de piel morena,
que amarras dulcemente mi vida,
como el eslabón de una cadena.


Tus ojitos, zafiros negros y reidores,
atraparon la luz de las estrellas,
para iluminar mis días con sus fulgores.


Tu vocecita tierna acuna mi alma,
y cuando dices: ¡Mamita te quiero!,
a mi corazón le robas la calma.


Tu risa es como un alegre cascabel,
llenando todos los rincones y vacíos,
cual avecita trinando en un vergel.


Tu grácil y armoniosa figura,
con la fragancia de la primavera,
me inspira sólo besos, caricias y ternura.


Con tu primera mirada todo cambió de color,
llenaste todas mis páginas en blanco,
y le diste a mi existencia un nuevo sabor.

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